Posted by : Unknown miércoles, 7 de agosto de 2013

Las mejores interrogantes a veces se hacen cuando menos las esperas. Ese fue el caso de aquella noche de Malecón, canciones, cuentos, cerveza, y brisa marina que te ayuda conservar la lucidez. Tal vez fue una casualidad, quizás no, pero mi primera bendición fue para mis profes de inglés, porque gracias a eso pude entender lo que hablaba aquel hombre.

En realidad eran un grupo de tres personas y todos se mostraron agradablemente sorprendidos de coincidir con colegas periodistas. El que nos abordó dijo que habían venido de los Estados Unidos para conocer a Cuba de primera mano. Así, con el escaso protocolo que permitía una calle de La Habana pasadas las 12 de la noche preguntó: ¿Será posible que alguna vez los dos países tengamos relaciones normales?.


Instintivamente mi mirada fue hasta el edificio de la Sección de Interese de los EEUU y traté de resumirle mi modesta conclusión: El día que los políticos de su país nos dejen tranquilos, que entiendan que no pueden decirnos los que tenemos que hacer; entonces podremos vivir en paz.

Así de “complejamente” sencilla es la cuestión.

¿Cómo es posible que todavía esté en pie una estrategia evidentemente fracasada?

Las revelaciones hechas en los últimos años por The National Security Archive, dirigido por Peter Kornbluh, entre otros indican que en varios momentos de esta últimas cinco décadas se han producido otros acercamientos secretos entre ambos países. Estos y otros análisis señalan la existencia de al menos 70 aspectos en los cuales es posible un acercamiento de EE.UU con Cuba.[1]

Sin embargo algo “sobrenatural” lo impide.

Hace poco Wayne S. Smith[2] uno de los políticos estadounidenses más sensatos dentro de lo que han tratado el tema cubano dijo: “Han pasado los años y todavía estamos en la misma situación absurda. Siempre me pregunto cuáles son las razones que nos impiden sentarnos a la mesa de negociaciones y hablar de nuestros diferendos para encontrar una solución a este conflicto que dura demasiado. Conversamos con los chinos y tenemos relaciones diplomáticas y comerciales perfectamente normales con ese país. Incluso hemos normalizado nuestras relaciones con Vietnam, contra quien libramos una guerra sangrienta, ¡donde perdimos más de 50.000 soldados”.

Él ha dicho varias veces que Cuba suscita sobre los políticos de su país la misma reacción que la Luna llena sobre los hombres-lobo. Cuando le pregunté a José Pertierra, abogado cubano-americano, qué pensaba sobre esa frase me contestó: “Te devuelvo otra frase que leí en el Washington Post una vez de uno de estos especialistas sobre Cuba: “En Washington atacar a Cuba es como comprar pizza, es barato y todo el mundo te quiere después que la compraste”.

Entender las esencias por qué todavía existe el bloqueo se sale de la lógica. O menor dicho de la lógica que la mayoría de las personas usan para entender las relaciones internacionales.

Dice Wayne S. Smith que “En 1958 estaba convencido de que Castro y sus partidarios tenían grandes posibilidades de conseguir la victoria y que su gobierno sería mucho mejor que el de Batista”.

Sin embargo “apoyamos a Batista durante años, incluso durante la guerra insurreccional pues éramos conscientes de que Castro haría una verdadera revolución no sólo en Cuba, sino también en el resto del continente. Había declarado que transformaría los Andes en la Sierra Maestra –macizo montañoso donde se desarrolló la guerrilla del Movimiento 26 de Julio– de América Latina. Por supuesto, ello significaba que se opondría a la política de Estados Unidos y reduciría nuestra influencia en el continente, favoreciendo la llegada al poder de gobiernos que se emanciparían de nuestra influencia. Por consiguiente, desde el inicio, nuestra actitud hacia Castro fue hostil”. (El subrayado es nuestro).

El propio Smith ha cuestionado el presente esquema de ayuda a la oposición interna, muy parecido, dice al establecido en la Polonia Socialista. “Funcionó en Polonia, porque el adversario del nacionalismo polaco era la Unión Soviética. Pero en Cuba el adversario del nacionalismo cubano son los Estados Unidos”, advierte.

Desde ese punto de vista, nunca importó realmente si Fidel y la vanguardia que lideraba eran comunistas o siquiera tenían inclinaciones socialistas. El simple deseo de establecer en Cuba un gobierno que optara por una postura de total independencia en sus decisiones políticas y económicas era ya razón más que suficiente para decretar su sentencia de muerte.

Se trata de una dicotomía de soberanía versus dominación, al decir de Morales y Ramírez.[3] Ambos en su investigación concluyen que todos los intentos de acercamiento de Washington con La Habana han estado marcados por el propósito de “controlar” a Cuba no de construir un estado de convivencia pacífica a ambos lados del estrecho de la Florida.

Sencillamente porque no está en la naturaleza de la clase política estadounidense asumir a Cuba como algo del exterior, como lo es China o Viet Nam. Este Archipiélago a sus ojos es un asunto doméstico. Y no porque ahora exista un estridente e influyente lobby de la más rancia derecha de origen cubano allí que los obligue a hacerlo, sino porque Estados Unidos de América vino al mundo como nación en la convicción de que Cuba es parte de su esfera de influencia y, como tal, debe permanecer bajo su mando.

Eso lo dejaron bien establecido los padres fundadores de ese Estado como Jefferson y Adams para quienes la geografía era apenas la confirmación de su particular interpretación de la realidad.

Curiosamente con la actual administración Obama la raíz del bloqueo como política se ha hecho más nítida. Al respecto es insuperable el análisis de Morales y Ramírez:

“Obama quiere seguir utilizando el bloqueo como un palanca de presión contra Cuba, pero dentro de ese contexto, rediseñar la utilización de sus instrumentos y combinarlo con un discurso diferente. (…) Obama divide el bloqueo en dos: cómo este afecta al ciudadano común y cómo al gobierno cubano. Levanta las restricciones a las remesas y los viajes. (…) siendo esta la forma, por lo general, bastante directa, en que todos los cubanos de la Isla con familiares en los Estados Unidos, siente el bloqueo y la agresividad de la política norteamericana. (…)[4]

“La otra parte del bloqueo, la que toca de lleno a las relaciones económicas del país vista como un todo, es parte, circunstancialmente más alejada del ciudadano común, pero que la dirigencia política sufre de manera directa en su proceso de conducir a la nación, en esa Obama agudiza las presiones del bloqueo.”[5]

De esta manera es sumamente nítido ahora que no se trata de que Cuba esté haciendo algo mal, sino que el quid es que Cuba está haciendo las cosas por sí misma y eso ellos no pueden tolerarlo.

Ahora vuelvo a recordar la pregunta de aquella noche y no sé si mi interlocutor habrá entendido en su totalidad una la idea que traté de resumirle en pocas palabras. Si al menos lo motivé pensar ya habré hecho algo, espero.


NOTAS
____________________
[1] Sobre los procesos negociadores bilaterales recomendamos De la confrontación a los intentos de “normalización”. La politica de los Estados Unidos hacia Cuba, de los académicos cubanos Esteban Morales Domíguez y Elier Ramírez Cañedo. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2011.

Algunas de las hojas de ruta propuesta por los think tanks de EE.UU para que haya una convivencia con Cuba puede verse en Options for Engagement A Resource Guide for Reforming U.S. Policy toward Cuba por Anya Landau French, Lexington Institute, 2010 y en Cuba: Una Nueva Política de Diálogo Crítico y Constructivo, Informe del Proyecto de Brookings sobre la Política de Estados Unidos hacia Cuba en Transición también de 2010.


[2] Wayne S. Smith . Diplomático de profesión, Doctor de la Universidad de George Washington y profesor asociado de la Universidad Johns Hopkins, es también director del “Programa Cuba” del Centro para la Política Internacional. Se le considera el mejor especialista estadounidense de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Integró el Departamento de Estado en 1957 y ejerció en la Unión Soviética, Argentina y Cuba. Presente en la embajada estadounidense de La Habana durante el movimiento insurreccional cubano que dirigió el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, Smith asistió a la caída del dictador Fulgencio Batista. Tras la ruptura de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el Presidente John F. Kennedy lo nombró secretario ejecutivo de su Grupo de Trabajo sobre América Latina.

De 1979 a 1982, estuvo a la cabeza de la Sección de Intereses Norteamericanos en Cuba y se distinguió por su política de diálogo y de acercamiento con La Habana bajo el gobierno de James Carter. En 1982, debido a un profundo desacuerdo con la nueva política de la Casa Blanca que elaboró el Presidente Ronald Reagan hacia Cuba, abandonó definitivamente el Departamento de Estado.


[3] Esteban Morales Domíguez y Elier Ramírez Cañedo. Ob cit.


[4] Paradójicamente los incidentes alrededor de la visita de Beyonce a Cuba y los tropiezas cada vez mayores que se están imponiendo al regreso de los equipos cubanos a la Serie del Caribe de béisbol, demuestran cómo el bloqueo no es una entelequia de La Habana sino una realidad palpable mas allá de los asuntos meramente económicos.


[5] Esteban Morales Domíguez y Elier Ramírez Cañedo. Ob cit.

One Response so far.

  1. Anónimo says:

    Muy buen post, con un análisis serio. No pueden metabolizar que seamos independientes.

En 280 caracteres...

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